miércoles, 28 de septiembre de 2011

I


Como juglar airado, el viento cuenta historias. Encantamientos,

discordias, des­venturas. Y son los personajes los que vie­nen

a vernos. Espían desde la sombra, y en las rendijas hablan.

Conocemos sus gritos, su escala de lamentos. Esos son los

niños ciegos que se tragó la lluvia. La voz de una princesa

que arrebató el rey moro. Aquella dama triste que vivió

entre paredes. A veces nos sorprende un lamento sin dueño.

Un dolor que nos busca y perfora el oído. El viento pregonero

de tragedias sin nombre. Personajes sin cuerpo venidos de

la niebla.

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