miércoles, 28 de septiembre de 2011

III

Los gallos electrizan la mañana. Auro­ra tamizada de toallas y el humo dibujando

banderas. La memoria del heno se ha mez­clado con la huida del raposo monte

arriba. Sonido de azadones. El agua de la fuente hipnotiza la noche. Se apagan

los candiles cuando el sol asoma sus guirnaldas en la esquina. El tacto del ordeño

es un aroma que se enrosca en los barrotes. Un alambre invisible nos reúne con los

gestos más usa­dos de nuestra soledad.

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