miércoles, 28 de septiembre de 2011

IV


La noche brota entera de los pozos. Allí teje su velo cardeñoso que envuelve, poco a poco, las montañas. Un viento sati­nado nos traslada a todos los lugares donde fuimos perseguidos por la luz. Voraces de inocencia. Historia y escenario de todo lo escondido. Rituales ignorados que pueblan los rincones. La noche es este espacio que las fuentes nos anuncian. El color se acon­goja y se esparce el silencio. La noche, toda azul, se nos puebla de labios. Un murciéla­go enorme en deriva de tiempo.

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