Los mendigos son surcos que parcelan la vida. Son fragmentos de historia viniendo hacia nosotros. De repente nos llega ese grito melódico. Es la urgencia del hambre aflautando los labios. Con sus nombres extraños de señores del viento, acarrean fragmentos de otras vidas lejanas. No olvidamos sus rostros tan mordidos de cierzo. Sus ropajes de niebla acumulan distancias. Como noches cosidas por un hilo de arcilla. Sus caminos son lentos y en sus ojos hay lluvia. Los mendigos conmueven nuestra siesta de siglos.
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