miércoles, 28 de septiembre de 2011

XIII


También se deterioran y vuelven el rostro hacia otro lado. Igual que el cierzo muda los perfiles de las rocas. A veces crecen tanto que nos llenan el pecho. Después se vuelven pobres, se encanecen, se vuelven resentidas. O bien se nos despiden, se van dando un portazo. Como si se volvieran adultas de repente. Palabras que presiden los rituales. El río de las costumbres. Nos llenan las alcobas, pero también se cansan. Se vacían. Igual que nuestra piel detecta, colecciona y distribuye primaveras

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