miércoles, 28 de septiembre de 2011

XV


Un sonido de voz nos hace libres, y el mismo sonido nos somete. Tenemos su con­juro contra el odio, y también su contun­dencia. Poderes invisibles que nos cercan, se muestran vulnerables a su impacto. Del poder y valor de los vocablos, hacemos una herencia contra el tiempo. Memoria que, feroz, se comunica a lo largo del río de la sangre. Historia de un sonido que se arran­ca de un tronco cuyo origen no abarcamos. y cada historia nuestra copia y signa reta­zos de otra historia. Palabra es la señal de tanta vida. Desde donde el olvido nos acecha.

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