miércoles, 28 de septiembre de 2011

VI


Y los juegos de niños nos cincelan el tiempo. O las voces que cercan con historias arcanas. La palabra se viste sus ropajes de espera, para dar paso al ritmo de los ciclos del agua. Los caballos se asoman a los cuartos oscuros. Allí están apilados nues­tros saltos mejores. Nuestras alas veloces y los sables de espuma. De almidón y de nácar son los barcos que vuelven. Alfileres y cintas para un festín de pájaros. En un coro de flautas nos regresa la infancia.

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