Para ensayar la lluvia. Para reconstruir las escaleras de la noche. Los árboles difunden
consignas en lo oscuro. Con quiebros de cintura nos llaman a esa danza que anula las
distancias. Las ramas hacen gestos detrás de los cristales. Todos los cuentos tristes
tenían personajes parecidos a los robles. Para esconder el miedo a los cuchillos del
invierno. La lluvia mordisquea el horizonte. Los ojos y las manos y la piel se nos diluyen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario