Narradores de historias nos destejían el tiempo. Memoria de Consuelo que repetía despacio largos jirones tristes de fantásticas crónicas. Esta ventana al mundo de lo incierto dejaba interrogantes sobre nuestras pupilas. Calor de alquimia y gesto de acariciar fantasmas. Cada rincón sombrío guardaba su secreto. Los rostros sin perfiles y las palabras huecas. Detrás de estas colinas, guardadas por la bruma, puede haber un palacio. Arquitectura de agua, galopes de silencio. Un campo de batalla donde ahora el sembrado. Invención de los puentes para vadear los siglos.
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